sábado, 20 de julio de 2013

Historia de un desdoble

Era la quinta vez que había arrojado el control remoto hacia la pared con esa mirada desesperada y esos movimientos toscos. Se escandalizaba  cada vez que volvía a ver el control remoto junto a él, y se alejaba a rastras, sabiendo que lo desconocido es a lo que mas se teme. De pronto, tuvo una epifanía, un deja vú... y sin alejar su mente de esta idea, posó su mano derecha sobre el velador junto a su cama, en donde se retorcía de terror, y lo empujó para que caiga suavemente. Un ruido profundo invadió toda la casa y el sonrió al pensar que alguien lo escucharía y vendría a escudriñar en su habitación. Tal vez solo así podría despertar... regresar. Hechó un rápido vistazo por toda la habitación: las viejas cortinas de Micky Mouse que tenía desde tiempos inmemorables estaban totalmente estáticas, como en si el tiempo se hubiera detenido, podía ver como esas tan graciosas figuras infantiles estaban llenas de demencia y maldad. Él lo sabía. Regresó en sí por un momento y miró de reojo el velador que había arrojado. Seguía de pie. Perdió la razón. Su cabeza le daba vueltas como un auto de carreras que había perdido el control y sintió que su corazón quería salir de su pecho a empujones y patadas, como un bebé en pleno parto. Se levantó tomándose de la cabeza sintiendo que lo irreal del asunto le iba a explotar en la cara. Tomó todos los objetos que estaban sobre su escritorio y los arrojó contra la pared con una furia imparable, nerviosa, desesperada. Arrojó cada cosa que encontró a su paso, todas esas cosas que un día cuidó y apreció tanto, en aquel momento le parecieron tan insignificantes como él, cartas, fotos, televisión, la vieja guitarra que le había regalado tantos insomnios, aquellos cuadernos con los que compartía todos sus pensamientos. Nada valía en ese momento. Y entre tanto ruido se escuchó que se rompió algo muy preciado. Arrojó también sus sueños y los destrozó la pared. Y volvió en sí por un momento, hechó otro rápido vistazo por toda la habitación. Nada había cambiado, nada había pasado. Todo estaba en su sitio, en su lugar. Y ya no supo que hacer. Ese fue su último intento desesperado, había llegado al tope de su éxtasis, y sabía que lo que estaba a punto de hacer no serviría de nada, pero aún así, tomó una bocanada de aire con la sensación de que había aspirado todo el oxígeno disponible encerrado en esas cuatro paredes y profanó un grito tan fuerte y tan grande que fue incomprensible al oído humano. Ese grito fue su epitafio. Sus mortales oídos solo escucharon un sonido ahogado en el silencio que salía de su garganta, pero sintió una onda que se disipó de su voz y se expandió por todo el espacio, dejando la energía en blanco y cero.
Volvió en sí por un momento y ahora se encontró a si mismo despertando de su cama con la sensación de que todo fué un mal sueño . Se tranquilizó y respiró profundamente mientras cerraba los ojos. Tomó el control remoto una vez más y lo arrojó al suelo. Esperó un momento (eterno) y cuando lo miró de nuevo, este seguía en donde lo había arrojado. Suspiró tranquilo y sonrío pensando en lo ridículo de la situación.
Habíase hechado unas cuantas risas estúpidas  cuando se detuvo de golpe al ver algo en el techo de su habitación, justo sobre su cama. Era una silueta un poco difícil de reconocer. Sintió su cuerpo totalmente inmóvil y congelado, en un estado de relajación total. Y ya no tenía miedo... no más. La figura le daba una cierta paz. Siguió mirando sin perder la concentración ni un mili segundo, olvidándose por completo de su cuerpo y de todo lo que le rodeaba. El cuerpo se iba aclarando poco a poco, miró sus ojos cafés que le veían muy fijamente y sus brazos cruzados posados en su pecho, sin la mas mínima expresión en su rostro. El cuerpo que estaba levitando, no se movía ni para respirar, y su rostro se le hacía cada vez mas familiar. Cerró sus ojos por un momento, como tratando de recordar en donde había visto esa cara antes. Y después del intento fallido, levantó sus párpados pero su subconsciente ya no se hallaba en el cuerpo sobre la cama, ahora, de alguna forma, su alma fué a parar en el cuerpo levitando. Y sintió paz una vez más. Miró hacia su antiguo cuerpo humano mientras el lo veía también, con esa mirada intensa que no significaba absolutamente nada. Ambos estaban exactamente en la misma posición y así el supo porque su rostro se le hacía tan familiar.
Ya no podía regresar, y no sabía si quería hacerlo, había perdido totalmente la noción del tiempo y de la necesidad, vió muchas veces caer el sol por su ventana pero no podía diferenciar entre siglos y segundos, entre día y noche. Ya no recordaba el olor de las flores, ni el color de el atardecer, no podía recordar a que sabían los labios de una mujer y cual era el sonido de su voz... ya ni siquiera podía diferenciar si eso era bueno o malo, pero sabía que era... y con eso le bastaba por el momento.
entre segundos y siglos que no supo cuantos pasó, derrepente vió a su viejo cuerpo volver en sí, y otra vez sintió que todo había sido un sueño y se puso de pie, y este ya no pudo verlo flotando una vez más. Dibujó una sonrisa falsa, insegura en su rostro y caminó hacia la puerta. La abrió mientras temblaba, y salió de la habitación poco a poco, cerrando la puerta a sus espaldas.
Y él no se preguntó una vez más si eso era bueno o malo, solo sabía que "era"... y con eso le bastó por el momento.

sábado, 24 de octubre de 2009

no se

Todo lo que nos queda es lo que dejamos atrás, y lo único que nos queda buscar es sobrevivir. Somos la luna, si tuviera cáncer en la piel. Nos interesamos tanto por algo que no nos interesa... lo sabemos, tenemos algo en común, hablo de los seres humanos. El hecho de que, cuando hay un problema todos corremos en la misma dirección, no es una enfermedad, no es un problema, no es una coincidencia, es que todos somos unos malditos idiotas.
- Hay algo que no entiendo, padre.- Odio tener que hablar con el maldito cura, especialmente cuando alguien espera algo de mí... esperen, odio más lo segundo.- Si Jesús era el salvador de los humanos y toda esa basura,- El padre me conocía tanto que ya ni siquiera fingía que le interesaba a quien yo insultaba. Solo habría un poco la boca.- ¿Por qué no mató a todo el que se negaba a sus creencias? Hay dos opciones: Jesús es muy amable y Dios nos castiga a todos por tener un primogénito idiota, o Jesús es un hipócrita que asesinó a su padre y tomó el poder.- Aunque creo que aún tiene algún sentimiento amargo contra mí.
Lo sé, lo sé. Tal vez fui algo grosero con todo eso del primogénito idiota de Dios, pero debieron haber visto su cara cuando le dije que lo despedirían el día siguiente. Ja, ja. Nunca en mi vida me había reído tanto de la religión.
Soy el jefe del periódico del colegio, y para aclarar sus dudas: Sí, odio el colegio, sí, odio ser jefe, sí, odio el periódico, sí, me gusta la hija del rector del colegio, sí, fui llevado al rectorado por eso, y sí, me besuqueé con la hija del rector mientras él fue a pensar en un castigo para mí.
¿Saben que odio más que llegar tarde? Que alguien llegue después que yo. Lo sé, es hipócrita, lo sé es estúpido, pero no pueden culpar a Dios por hacerme así, es decir, el me creó a su imagen y semenjanza. ¡Él me ama!(Yo solo uso signos de admiración cuando soy sarcástico. Creo que citaré esas más de un par de veces).
- No todo lo que tocas se convierte en mierda.- Estaba hablando con un amigo de mi padre. La verdad, no sé porqué lo hice, creo que tengo memoria a corto plazo... o tal vez sentí lástima por él. Yo siento lástima por todos los amigos que tiene mi padre.- Existe un punto intermedio entre tocar algo y que se convierta en mierda.- Sonríe.- Se llaman hijos y se pueden conseguir de muchas maneras, la primera: adoptar un hindú al estilo Angelina Jolie, o puedes ir a una escuela, fingir que eres Forrest Gump, y te llevas al niño más inteligente de la clase, claro que tendrías que hacer el papeleo para dividir al niño con Jenny, irán a juicio y todo, pero tranquilo, los discapacitados siempre ganan.- Por Dios, me encanta destruir las esperanzas de las personas. Lo siento, cité a Dios otra vez.
-Ella nunca me quiso...- Creo que el idiota es divorciado.Por Dios, creo que está llorando. Ups, dije Dios otra vez.- Solo me buscó por mi dinero... ya no tiene sentido vivir.
- Sí, claro ¿porque no vas y acusas de desperdiciar tu vida a la primera religión que encuentres?- Ja, ja. Esperen, el idiota no se rió, y me puse de mal humor.
¡Oh, mierda. No sabía que recordar era tan aburrido! Oh, esperen, usé signos de admiración de nuevo. Eso me recuerda, ¿En qué estaba? Oh, sí. Recordando al idiota que me puso de mal humor ese día. Por dios, que idiota puede ser la gente.... Me pregunto porque no puedo dejar de referir a Dios mientras hablo, y porque lo escribo con mayúsculas.

sábado, 22 de agosto de 2009

El uno para el uno

-Es en serio,- le dijo Trend, esta vez muy serio.- lo que quieras.
-¿Te matarías por un beso?- le respondió Carla con un tono de voz divertido que ponía a Trend, aún más decidido. Trend asintió con la cabeza y Carla rió aún más.- No te creo.
Trend se levantó de la acera y miró a la izquierda de la carretera. Se acercaba un camión. Luego regresó a ver a Carla, y entonces, por un breve segundo, ella lo entendió.
"¡¡No!!", Gritó Carla. Pero era demasiado tarde, el camión había hecho volar a Trend por los aires.

Carla parecía un zombie: la cara pálida, la presión muy baja; parecía aún más herida que Trend. quien solo había roto una pierna, y Carla lo sabía. Los paramédicos subieron a Trend a la ambulancia y fueron rápido al hospital. Lo acomodaron en una camilla y Carla se quedó junto a él toda la noche.
Eran las tres y media de la mañana, cuando Trend se levantó de su cama y se dirigió cojeando a la puerta.
-¿Trend?- Dijo Carla en voz muy baja, sin poder ver muy bien en la oscuridad.- ¿Que haces? ¿A donde vas?
- Debo morir- respondió Trend. Carla se palideció otra vez e intentó detenerlo, pero, cuando se dió cuenta, Trend ya había corrido hasta el final del pasillo: la salida.
- !Trend!- Gritaba Carla en plena oscuridad de madrugada.- !Lo siento¡ !No te vayas¡
- Debo morir- continuaba repitiendo Trend mientras cojeaba.
- !Espérame Trend, debo decirte algo¡- intentaba convencer a Trend.
Tren se detuvo al borde de una colina y Carla lo atrapó por las espaldas. Le susurró al oído: "Aún no te he dado tu beso"


Créeme que nunca quise amarte, digo yo.
Nunca podrás, replicas tú.
¿Porqué?, pregunto yo.
Porque has muerto, dices tú.

martes, 11 de agosto de 2009

Solo unos pocos minutos

"Solo unos pocos minutos."

Sí, pasó, pero no puedo decirles cuantas veces. Solo el día.

00h00
Kel estaba...como siempre: despeinado, tranquilo, despierto. Abrió la ventana que da a la calle principal, se apoyó en el filo y contempló la luna. "Tarde como siempre".Dijo él "¿Cuando va a ser el día en que no la vea?" Se dió a vuelta y caminó un poco: tres pasos; y cayó. El sonido de su cuerpo contra el suelo retumbó en toda la casa. No se había levantado completamente, cuando alguien abrió la puerta de su habitación.
-¡No te muevas!- dijo uno de los sujetos que entraron. Llevaba una sola prenda negra que le cubría todo el cuerpo y un pasamontañas que le cubría la cara. Sí, eran ladrones.
-¡Mierda!-dijo el otro.- dijiste que no estaría aquí- se dirigía a tercer sujeto, que en realidad era mujer.
-Eso fué lo que me dijo Trend- contestó ella.
- Una, dos, tres- dijo Kel apuntándolos con el dedo.- Déjenme adivinar,- sonreìa mucho y señalo al primer sujeto.- Freddy.- Señaló a la chica- Ángela.-y a otro.- Tony. Ja, ja. Bienvenidos a mi hogar.- E hizo una reverencia.-Yo soy Kel, el rey y sirviente de mi vida y de esta humilde mansión. Los invito a que tomen un breve paseo por las calles de esta pocilga y se deleiten con su grandeza. A mis espaldas: la única ventana de la casa. A su lado: la única puerta. Lo demàs son solo muros y cosas inservibles que van a robarme.-Los tres lo miraron muy confundidos. Él se puso serio- Oh, claro. Qué descortés. Esta es mi amiga.- se dió la vuelta- La muerte.
Los tres lo miraron horrorizados al ver a Kel lanzarse por la ventana y se acercaron rápidamente hacia ella. Al asomar las cabezas por la ventana salió Kel con una pistola en su mano, dijo: "Digan: Hola y adiòs."

00h07
Kel disparó a los dos hombres en la cabeza y la chica hechó a correr."¡Hey Ángela, no te vayas!" Le gritaba él mientras ella corría por toda la casa. Kel no la seguía y ella lo sabía. Kel se puso de pie en a puerta de su habitación y soltó el arma dejándola caer en el suelo. Depronto se hizo un silencio profundo en toda la casa. Estaba oscuro, ambos vagaban por "las calles" de la casa intentando dar el uno con el otro.
-Te extrañé, Kel.- le dijo ella al oído en un mísero susurro.
- Yo igual... Ángela- Kel rió.
-No has cambiado nada, Kel.- Le acarició la cara, aún de espaldas.- Deja de llamarme así, ya sabes que odio el nombre de mi madre.
- Y yo a ella.- Concluyó Kel.

00h10
Ambos caminaron juntos por "las calles" de la casa al compás de la prosa de Kel. Se detuvieron enfrente de la "Segunda casa".
-No tienes que hacer nada que no quieras, Kel- Le dijo ella.
-Sabes que no es verdad- Le respondió él.- Espera aquí y no oigas nada. Podrías morir.
Ella asintió con la cabeza.
No era precisamente una casa de chocolate ( no soy tan idiota). No puedo describir la casa con una sola palabra, lo que puedo hacer es decir lo que no es: una casa de chocolate.
Kel abrió la puerta. Y ya nunca pudo mirar para atrás.

00h16
Blanco. Blanco en todas las direcciones que Kel miraba, pero al mismo tiempo se preguntaba: "Si es todo blanco ¿Como sé hacia donde miro?" Creanme que yo tampoco lo se, pero sé hacia donde nunca vió: atrás.
Comenzó a caminar, no sentía los pies, solo sentía una ligera punzada en la pupila derecha, cada vez que pestañeaba. Dió un paso, y retrocedió un año. Kel se percató de eso y se detuvo al instante. Se quedó parado, viendo la nada, nisiquiera pensaba... "!Kel!" Oyó su voz a sus espaldas. Era ella. "Angela" dijo Kel sin fuerzas, sin esperanzas de que la oiga.
Angela y Kel eran, ahora, un año mas jóvenes. "¡No camines más!" continuó gritando Angela a sus espaldas. Kel dió otro paso. Otro año más.
-¡Kel, maldito idiota! ¡si vuelves a dar un paso más...!- Continuó gritando.
- Hey, Angela.- Dijo Kel y dió dos pasos más.- En todo este tiempo... en todo este maldito tiempo,- dió dos pasos más.- jamás me había percatado de que a cada paso que doy, envejezco, pero - Dió dos pasos más y se miró la mano para percatarse de que ya era un adolescente.- cuando camino para atrás... no puedo dejar de mirarte. Mi pequeña luna,- se detuvo y sonrió.- ¿Cuando será el día en que no te vea?
00h20
Kel, al terminar de hablar, justo cuando cerró la boca, hechó a correr a toda velocidad.

Quédate

Esta es un pequeño cuento que escribí, espero que lo disfruten y porfavor comenten. Gracias


"Quédate"


No me gustan los nombres, así que digamos que él era Joe. Joe vivía en su casa (nuestra casa), en el principio de los principios, nunca salìa de ahí, le fastidiaba la luna. Le fastidiaba ver como, en un mísero intento, trataba de reemplazar al sol. Le gritaba furioso, desde la ventana, claro.
Joe veìa algo, nosé si podrìa decir que veía a alguien o algo, nadie lo sabía, pero en cuanto él se callaba y dejaba de gritarle a la luna, "eso" aparecía. La luz de la luna se borraba de su vista, y solo quedaban Joe y "eso" en una distancia que nunca puso describir ni entender. Joe, en cuanto la veìa corrìa hacia el único rincón de la casa: La puerta. Pero era inútil, "eso" lo imitaba. Imitaba cada movimiento que Joe hiciese. Joe, en las noches de eclipse, perdìa el control y se suicidaba cada vez que podía, no es que eso le servía de mucho, pero de todos modos lo hacìa. A Joe le daba cierta paz estar muerto...
En fin, él en las mañanas, solía intentar dormir, nunca pudo. Simplemente e acostaba en el suelo sonriendo y abriendo los ojos lo más que podía. Estaba esperándolo... a "eso", aunque JOe sabía que solo aparecía en las noches, despuès de haberle gritado a la luna.
Otra vez eclipse. Joe se suicidó, pero no muriò, por alguna razón, "eso" lo detuvo. Joe se había cortado la circulaciòn de la sangre, así que no podía moverse. "Eso" tampoco. Joe intentaba hablar, gritar, pero solo se oía a sí mismo deciendo algo... algo estúpido, claro, fresco, tranquilizante: "Quédate".
Desde ese día "eso" nunca se fué y Joe se quedó ahí, viendo la imagen congelada para siempre: "Eso" y detrás la luna.
Él no se ha ido hasta hoy, sigue ahí y aquí, en el único rincón de nuestras casas... Sí, justo ahí, detrás de nosotros.